Pese a que estamos a puntito de entrar en junio, el tiempo no ha llegado a estabilizarse aún y es común que caigamos en algún que otro resfriado por estas fechas. Para evitar esto, es importante que nuestro sistema inmune se encuentre fuerte y sano.
Los suplementos de vitaminas, jalea real o ginseng, comienzan a ser habituales de encontrar en todos los hogares. Pero no somos conscientes de que, en la mayoría de ocasiones, estamos abarcando soluciones parciales, pues la mejor manera de combatir las batallas contra los patógenos externos, pasa por fortalecer nuestro sistema inmune.
Factores que nos debilitan
Existen muchas variables que pueden provocar un debilitamiento de nuestro sistema inmunológico:
- Un descanso y sueño insuficiente.
- Algunos estados emocionales intensos, como la ansiedad y/o la depresión.
- Carencia de determinados nutrientes, posiblemente por una alimentación insuficiente o algún trastorno digestivo.
- La enfermedad inflamatoria intestinal.
- El cáncer.
- El VIH.
Pautas para mejorar el sistema inmunológico
Algunos de los hábitos y costumbres esenciales para que nuestras defensas se mantengan altas y no bajen, son:
- Ingerir las calorías necesarias. Nuestro organismo necesita calorías para que pueda dedicarse a la creación de anticuerpos, que son los encargados combatir los gérmenes que nos ataquen. Además, si vemos que bajamos de peso, debemos aumentar la ingesta de frutas, verduras y frutos secos. Una dieta equilibrada es muy importante para poder obtener todos los nutrientes que necesitamos. En este artículo encontrarás algunos de los mejores alimentos para tener nuestro cerebro al 100% de rendimiento.
- Descansa lo suficiente. Todos necesitamos un periodo de descanso diario para reponernos. De hecho, una señal de que nuestras defensas están bajas es cuando sentimos sueño y cansancio en los momentos en que la mayoría de personas que conocemos se encuentran en plena actividad.
- La hidratación es clave. Tener unas buenas reservas de agua en nuestro organismo es imprescindible y más, cuando nos encontramos enfermos. Y es que, los fluidos trasladan nutrientes a dónde se encuentra la enfermedad, llevándose luego las toxinas para deshacerse de ellas.