Si nos remitimos al sentido etimológico de la palabra, eutanasia proviene del idioma griego y viene a significar ‘buena muerte’. Aunque ahora mismo existen distintas variables sobre este concepto, la definición según la RAE dice de ella que es: “La acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él”.
En la mayoría de ocasiones, la eutanasia gira entorno a la opción de poder elegir morir de forma digna y sin dolor, sabiéndose que el estado de salud de la propia persona es crónico, irreversible, doloroso y probablemente, degenerativo.
Diferentes visiones
Al concepto de eutanasia se le ha añadido con el tiempo, unos cuantos adjetivos tales como: ‘directa’, ‘indirecta’, ‘pasiva’, ‘activa’, ‘voluntaria’ o ‘involuntaria’, lo que ha acabado provocando un estado de confusión entre la ciudadanía, los medios de comunicación y los profesionales sanitarios.
Para intentar acortar el enfoque hacia la eutanasia y hacerlo lo más sencillo posible, la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente, lo engloba en las siguientes actuaciones:
- Aquellas que se realizan a petición expresa, reiterada en el tiempo, e informada de los pacientes en situación de capacidad.
- Aquellas que causan la muerte de los pacientes, de forma directa y totalmente intencionada, mediante una relación causa-efecto inmediata y única.
- Se dan en un contexto de sufrimiento a causa de una enfermedad incurable que los pacientes perciben como inaceptable y que no ha podido mitigarse por otros medios, ni siquiera con cuidados paliativos.
- Todas ellas son realizadas por profesionales sanitarios que conocen a los pacientes y tienen establecida una relación clínica significativa con ellos.
Legislación en España
En 1995, el Código Penal abordó una escueta regulación de la eutanasia a través del artículo 143, castigando con carácter general, la conducta de auxiliar a otra persona a quitarse la vida.
Aunque existen diferentes matices al respecto, pues las conductas de mera cooperación no necesaria o la complicidad en el suicidio de otro, son impunes. Pasarían a ser castigable, aquellos actos de colaboración imprescindibles, como por ejemplo, si colocamos la sustancia mortal a un tetrapléjico para que este la tome y fallezca.
En otros países europeos, como Holanda, Bélgica y Suiza, ya se ha flexibilizado esta ley y despenalizado en distintos grados, permitiéndose una muerte asistida legal.